Y
las azules, las del abuelo. Siempre le cautivaron esas estrellas,
será porque aparentan menos edad y a él le chiflaban las
jovencitas, y si no que se lo pregunten a la abuela, que se ponía
negra cada vez que se giraba para no perder de vista un escote o una
minifalda. La última vez que se quedó prendado de unas piernas
bonitas decidió ir tras ellas y luego no encontró el camino de
vuelta. Dicen que se quedó atrapado allí arriba, montado en una
estrella y seduciendo a otra. Sigue mirando, hijo, a ver si lo ves
mientras yo voy a por tabaco.
(Uno de los últimos intentos de la temporada para ReC, esta vez tampoco pudo ser ¡que le vamos a hacer!)
3 comentarios:
Aún quedan cuatro oportunidades, niña. Enga, no decaigas.
Mucho va a tener que mirar. Es lo que tienen las órbitas elípticas, que generación tras generación recorren el mismo camino, je je.
Abrazos, escritora, suerte con las que quedan.
Algunas estrellas seducen mucho y lo de ir por tabaco a veces es una perdición total.
Lo que si es verdad es que merece la pena pasar or tu espacio y leerte, tus micros son joyitas en bruto.
Besicos muchos.
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