Luego cruzó el pasillo, bajo al sótano y mató al
prisionero; estaba
harto de tanto lloriqueo y tanta amenaza con "te vas a enterar cuando me encuentren".
Se acabó. Ya no le importaba el rescate, ni que le pillara la policía, ni siquiera
le enternecía ver a los padres en televisión pidiendo su liberación. Nada le
iba a llevar a arrepentirse de lo que había hecho. Al fin y al cabo, hacía
mucho tiempo que no soportaba a su hermano.
6 comentarios:
Esta semana era doble. Complicado. Yo creo que son directamente de milagro. Tu micro es una apuesta potente. Me gusta esa voz que lucha contra sus propios remordimientos, en vano. Suerte para la semana que viene :)
Estos dos parece que se han criado en un ambiente familiar terrible. Un relato duro, no lejos de algunas realidades. Suerte con el próximo.
Saludos.
Tremendo final. Resulta que el desalmado tenía la misma sangre que la víctima. Muy bueno.
Abrazos.
¡Ese título! cuantos recuerdos, je je, snif, snif.
Semana de ajuste de cuentas. Con esa frasecita...
Un abrazo Esperanza.
Buen final sorpresivo, al menos para mí que no sabía que el título hacía referencia a Caín y Abel hasta después de mirarlo en internet. Suerte para esta semana.
Caín, Abel, todos nosotros.
Un beso.
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