A pesar de que cada día tenemos más conocimiento a nuestro alcance, todo apunta a que no hemos aprendido nada, a que volvemos siempre a tropezar en la misma piedra, a que en el fondo siempre somos presa de la más recalcitrante miseria.
Me contaba una amiga que una persona de su entorno había sido víctima, hacía unos días del popular timo de la estampita… y yo que pensaba que estafillas de esta calaña ya estaban erradicadas!!!. Pues parece que no, que siguen existiendo bobalicones ruines y mezquinos dispuestos a engañar a los que consideran más tontos que ellos.
Aun condenando estas prácticas embaucadoras y canallescas, este timo popular tiene mucho de justo castigo a esa miseria que somos capaces de cultivar y derrochar en cuanto se nos presenta la oportunidad.
De miseria y engaños va bien surtido el pueblo egipcio, que lleva treinta años sufriendo en sus carnes la falta de escrúpulos de un dirigente que les ha robado hasta la sonrisa. Solo han pasado dos meses desde que Walid, un egipcio afortunado, me decía en El Cairo: -Tenemos que agradecerle a Mubarak que ya nadie nos viene a robar, no nos queda nada, se lo llevó todo él-.
A lo mejor en algún jeroglífico egipcio está la solución al enigma de cómo conciliar el sueño arrojando a un pueblo entero a la miseria mientras se acaricia una fortuna personal de 50.000 millones de dólares.
Podría seguir y seguir relatando miserias, pero para no agriar más la tarde del domingo, lo dejo para mejor ocasión, anuncio que habrá una segunda parte y como sigamos así, una tercera y una cuarta…….. e incluso empezarán a aparecer solicitudes para irse a vivir a Marte.
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