SIEMPRE EN NUESTROS CORAZONES

 


Nunca nos despedimos porque no entraba en tus planes marcharte. Siempre había un proyecto en qué ocuparse, la boda de Ana… la celebración de tu cumpleaños… preparar el viaje a Soto en verano… No había tiempo para morirse. Por eso tu partida nos pilló desprevenidos, aun así nos dio tiempo a mostrarte lo mucho que te queremos. Seguro que allí donde estás hay una cocina de leña donde preparar sequillos sin preocuparte por si la lumbre se “amormia” y un banco para sentarse al sol y charlar con los que se acercan a compartir la eternidad contigo. Aquí repetías como un mantra “Estoy bien, no me puedo quejar” haciendo gala de tu fortaleza y energía, y te marchaste cumpliendo tu objetivo de no ser una carga para nadie ¡qué más se puede pedir! No sé como será el lugar, nadie ha vuelto para contarlo, pero seguro que se ha convertido en un sitio mejor desde que tú estás.