LA JUSTICIA DEL ABOGADO


Tarde de sábado. Siesta de pijama y orinal. Que deleite entreabrir los ojos y sentir los efectos pegajosamente placenteros del sueño, darme la vuelta y volver a dormir, sin hora y sin prisa, hasta que mi cuerpo decide que ya es momento de despertar. Me dispongo a dedicar el tiempo que me resta de tarde a escribir y leer, ¡como no!, pero un reportaje en televisión atrapa mi atención. La lucha de una madre por su hijo, que tras una operación de estética se queda en estado vegetativo y lleva veinte años pidiendo que se imparta justicia.

Me estremecen y conmueven tanto las declaraciones de esa mujer coraje como sus actos, vivir en una improvisada tienda de campaña cerca de la Puerta del Sol, durante diecisiete meses, llamando la atención para que revisen su caso.

No conozco los detalles del procedimiento y desconozco si realmente se produjo una negligencia médica o no, pero este asunto hace que destape de nuevo la caja de los truenos sobre el papel de los abogados en la justicia. ¿donde empieza nuestro encargo profesional y donde termina nuestra ética personal? Parece que un nuevo testigo apunta que si hubo negligencia, si fuera así ¿hasta donde es lícito que el abogado mantenga la inocencia de su cliente médico y arrastre a una familia a vivir por y para clamar justicia y pagar 400.000 € de costas?

Me viene a la memoria el famoso caso de la joven sevillana desaparecida hace casi dos años y cómo sus asesinos confesos han dado todo tipo de datos contradictorios sobre la localización del cadáver. ¿Hasta que punto es lícito que reciban recomendaciones de sus abogados para que actúen así? ¿Es que el derecho de defensa no tiene límite?

Pasamos por la Facultad cinco años (ahora cuatro) estudiamos todo lo habido y por haber sobre las leyes, nos exploran y juzgan la suficiencia de nuestros conocimientos mediante los exámenes, pero empezamos a ejercer sin haber aprobado el más importante: El examen de conciencia.

“Honeste vivere, naeminem laedere et jus sum cuique tribuere” (Vivir honestamente, no dañar al otro y dar a cada quien lo que le corresponde)

Ulpiano


"Mea mihi conscientia pluris est quam omnium sermo" (Mi conciencia me importa más que el discurso de todos).

Cicerón


3 comentarios:

Pedro dijo...

La imagen de la justicia con los ojos vendados y una balanza es una alegoria a la que le falta el saco de billetes a los pies y el baston de mando de los poderosos.

Te olvidas de lo mas básico el derecho de defensa.

A mi me parece muy complicado, pero seguro que te a tocado bailar con la más fea, defender los intereses de clientes de dudosa honestidad, en perjucio de otros.

El oficio de abogado consiste en convencer a un juez (a veces iluminado)que tu cliente además de llevar la razon, cumplir con la ley, encima se merece una sentencia faborable, por tanto, has de hacer lo que mas te gusta manejar la palabra.

Por cierto un poco tarde Felicidades Sagitario.

AGUS dijo...

A mi también me impresionó este caso. Mas allá de todo, no entiendo como una madre se puede pasar 20 años acampada con su hijo en estado vegetativo y aquí no pasa nada. En fin...

Un abrazo.

ESPERANZA dijo...

PEDRO lo que me cuestiono es si es lícito defender unos intereses que sabes estan causando un perjuicio irreparable al contrario. No hablo de dinero, todo lo que se puede resolver con él, a la larga no es un problema. Hablo del dolor ajeno, del ensañamiento moral, de los límites de la integridad humana.....vamos ¡que me cuestiono el alcance de mi profesión todos los días!

AGUS a menudo nos desayunamos con casos que nos ponen los pelos de punta, como éste que deja patas arriba nuestros tradicionales protocolos de conducta profesional. Gracias por pasarte, vuelve cuando quieras, esta es tu casa.

Un abrazo para los dos.