EL SUSURRO DEL DUENDE (62ª entrega)

Alia

Su cabeza parecía estar a punto de estallar, llevaba leídas un centenar de sentencias y su aturdimiento estaba llegando al límite. Ya no era capaz de discernir si arrojaban alguna pista de interés o no, incluso ya ni sabía lo que estaba buscando. Escondió la cabeza entre sus brazos y empezaban a aflorar sus primeras lágrimas de desesperación cuando oyó que se abría y cerraba la puerta de la calle.

Roberto entró como una bala en busca de Chelo. La encontró en la cocina ultimando un guiso de lentejas para la comida.

-¿Donde está Laura? - le preguntó.

Cuando le dijo que estaba arriba en el despacho, se acercó a la extremeña, la cogió del brazo conteniendo su irritación y en voz baja y ahogada, le espetó - ¡Como se te ha ocurrido pedir ayuda a Arturo Hidalgo! - - ¿porque no me dijiste a mi que habías hablado con Javier Vielva? ¡dime! ¿porqué? ¡se ha complicado todo!-

A Chelo le temblaba la barbilla y los ojos se le empezaban a llenar de lágrimas. Se oyó a Laura bajar por la escalera y Roberto soltó rápidamente a Chelo.

Laura preguntaba - ¿eres tu Roberto?- al tiempo que entraba en la cocina. Chelo se dió la vuelta para quedar de espaldas a la puerta y Roberto abrazó cálidamente a Laura en cuanto ésta pisó la estancia.

-¿Donde estabas? - le preguntó.

- Sali a dar un largo paseo, para que no se me olvide lo mucho que te echo de menos cuando no estoy contigo- le respondió Roberto suavemente al oido.


Laura esbozó una media sonrisa, pero no le pasó desapercibida la alteración de colores que rodeaban a la extremeña.


(Continuará) .....................

2 comentarios:

Ángel dijo...

¿Escandinavia?

¿Los hombres que no amaban a las mujeres?

¿Maltrato femenino por algún "prota" varón?

Mmmmmmm.....

Saludos

P.D: Post editado con el propósito de animar el lánguido cotarro...

ESPERANZA dijo...

¡No te precipites! Nada es lo que parece.Sino espera y verás.