Esta vez no pudo ser, me quedé con las ganas de estar en la Quedada de Santiago, por eso quise estar presente de alguna manera participando en el concurso del Ayuntamiento de Betanzos en la categoría de "No Asistentes" y las meigas se pusieron de mi lado y me alcé con la victoria. Son esas pequeñas alegrías que te animan a seguir juntando letras para contar historias. A partir de esta foto, incluyendo la palabra "ochocientos" conmemorando los 800 años de esta villa gallega, un relato sobre uno de mis temas favoritos: el paso del tiempo. Espero que os guste.
Tempus
fugit
Maruxa
fue un regalo tardío e inesperado para unos padres en edad de
malcriar nietos. Ya de niña apuntaba maneras y cuando pasaba por
delante de los relojes del Parque del Pasatiempo caía en trance.
Creció a la vez que su atracción hacia esas 41 esferas que
consiguió parar atrapando el tiempo que señalaban con sus agujas.
Los primeros minutos que rescató se los regaló a una señora que
pasaba por ahí. Enseguida se corrió la voz y pronto había más de
ochocientas personas en la cola, en busca de horas, días e incluso
años qué inyectar a sus apretadas vidas. La Parca también esperaba
su turno para llevarse a Maruxa porque había usurpado un oficio de
dioses y ella, que fue regalo tardío, inesperado y breve para sus
padres, solo pudo ofrecerles los segundos que quedaron prendidos
entre sus dedos para decirles adiós.