Nació en una tarde de mayo mientras
el cielo bramaba pariendo una tormenta de granizo. Deborah quiso su madre que se
llamara, no contaba con que su padre no sabía cómo se escribía y finalmente la
apuntó en el Registro Civil como Prinzesa
con "z".
Z de zascandil que zapateó su infancia en el descampado al
ritmo de las palmas de los más zarrapastrosos del barrio. Una vida en zig-zag sorteando al zote de su
padre y las zurras de su madre. Zarandeada por la droga y zambullida en el
fango, a punto estuvo de zozobrar en más
de una ocasión. Sobrevivió a monumentales zapatiestas y una vez zurcidas sus
miserias, cogió su zurrón y zarpó hacia
nuevos horizontes donde las zancadillas no la hicieran caer.
Lo consiguió,
zanjó su pasado del que tan solo quedó el nombre. Se lo ha cambiado. Ahora se
llama Reyna con "y".
(Esta es mi contribución a las Princesas de este mes en ENTC)