LA ESPAÑA PROFUNDA

Gonzalo Deniz

Ya no quedaba aire que respirar en la casa, ni tardes que compartir en el pueblo, todo estaba muerto, hasta la cigüeña del campanario.

Abrió la puerta del armario mientras sus bisagras gritaban la intrusión y entre el olor a alcanfor rescató unas blusas amarilleadas por el tiempo y unas faldas hartas de esperar la ocasión; las metió en esa maleta llena de sueños que vivía debajo de la cama y bajó los crujientes peldaños de madera que le conducían a la cocina.

- Padre, me voy, - él siguió comiendo sin levantar la cabeza del plato.

Ella permaneció largo rato en el quicio de la puerta, esperando un beso, un “no te vayas”, un milagro….

Después se alejó lentamente sin mirar atrás, ni siquiera se volvió cuando oyó cargar la escopeta de su padre apuntando a su espalda.

18 comentarios:

Rosa dijo...

Qué final!!! me ha gustado el ritmo del relato, las palabras elegidas, como la maleta llena de sueños que vivia debajo de la cama y el final un buenísimo final.

Besos desde el aire Esperanza.

Unknown dijo...

A veces una ballesta de palabras punzantes es más certera que una escopeta, cuyas balas pueden incrustarse en la pared sin rozar siquiera el objetivo, mientras las palabras retumban en las paredes y se cuelan a través de los oídos en lo más profundo del ser.
A veces es mejor recibir una bala que una palabra.

montse dijo...

Da la impresión de que el silencio del padre ya la había matado.

Unknown dijo...

Mientras caminaba resbalaba por su cara una lágrima de incomprensión y despedida, retumbó en el aire un trueno, dirigido al cielo, siguió caminando.

Isabel dijo...

Me gusta mucho, tiene una primera frase excelente que te prepara para el drama y un final que lo cierra magnífico.

Rosa dijo...

Esperanza, pasa por el aire, un trozo grande es tuyo.

Besos desde el aire

Nicolás Jarque dijo...

Esperanza pensé hasta el final que el personaje era un chico - aún habiendo aparecido detalles de lo contrario - pero bueno eso no quita que me gustara mucho. Sobre todo el ambiente que describes que permite te veas dentro del micro.

Muy bueno, feliciades.

Un abrazo,

Anita Dinamita dijo...

Y tan profunda!
Me encanta el penúltimo párrafo "esperando un beso, un no te vayas, un milagro..."
Abrazos

Elysa dijo...

Es desgarrador ese final. Un micro muy visual.

Besos

ESPERANZA dijo...

ROSA me alegro que te haya gustado era un micro que tenía dentro desde hace tiempo y no acababa de convertirse en palabras.

Un abrazo,

HEREJE totalmente de acuerdo, hay palabras que hieren más que las balas.

Un abrazo,

ESPERANZA dijo...

MONTSE tienes razón, también los silencios matan.

Un beso,

SAUDADES8 lo bueno que tienen los micros a veces es que el final lo pone el lector. Veo que tu te decantas por un final sin sangre ¿porqué no?

Abrazos,

ESPERANZA dijo...

ISABEL me alegro que te guste, para mi la primera frase es fundamental, me alegro que hayas reparado en ella.

Besos,

NICOLAS ¡pues es verdad! ¡como no se me había ocurrido! Con tu permiso, te tomo la idea y a lo mejor hago una nueva versión.

ESPERANZA dijo...

ANITA me alegro que te haya gustado. He pretendido hacer un retrato de la miseria y soledad humana, espero haberlo conseguido.

Abrazos,

ELYSA tan real como desgarrador.

Abrazos,

Sucede dijo...

Me encanta el final Esperanza!!
Muy bueno este relato!!!
Abrazos!!!

MEN dijo...

Mejor tener ese final que seguir viviendo eternamente en el silencio. Me ha encantado desde el principio al fin. Un bessito

Elena Casero dijo...

¡chapeau¡
gran final y perfecto relato de soledad, agonía y profundidad y no solo por la España profunda.

Me encantó, compañera

ESPERANZA dijo...

SUCEDE me alegro que te haya gustado el final, tu seguramente lo hubieras rematado de forma más terrorífica.

Abrazos,

MEN a veces da igual que te maten porque ya estás muerto.

Abrazos

ELENA agradezco y aprecio mucho tus comentarios.

Un abrazo compañera

P.D.

¿Has visto el correo de Victoria?

ÁFRICA dijo...

Entre en la habitación apenas sin poder respirar, pero sentí tantos sueños por compartir guardados en esa maleta, que susurré al oído al padre, que guardara su arma; ella se volvió, le miró fijamente y se marcho.

Felicidades por tu relato.