ENTRE ESTORNUDOS Y TOSES

Porporea

Se acaba este duro invierno y todo apunta a que podemos colgar el abrigo pero entramos en la primavera con la inevitable compañía de un cargamento de pañuelos para albergar esos mocos que no cesan, una tonelada de pastillas para esa tos que nos lleva hasta la arcada y un nutrido equipaje de antibióticos para cortar radicalmente la infección.

Y es que se veía venir, esos polvos trajeron estos lodos y esos malos hábitos acabaron con la frágil salud de este mundo. Tanto totalitarismo, tanta corrupción y tanta miseria consiguió que el pueblo egipcio, el tunecino, el libio, el argelino y el yemení, entre otros, se echara a las calles para luchar contra esos agentes patógenos que se llaman gobernantes.

No es por ser agorera pero no hay antibiótico eficaz contra unas bacterias letales que llevan tantos años minando silenciosamente la salud de un pueblo.

Yo cada día creo más en el poder curativo de la intención y en el papel activo que tiene el enfermo en su curación. Como muestra un botón, Islandia, se echó a la calle con las cacerolas y consiguió la dimisión del gobierno. Como no bastaba para recuperar su salud con erradicar esa tos perruna que le produjo la deuda pública y los bancos, decidió pasarse a la medicina alternativa para recobrar su bienestar y está reescribiendo su Constitución. Es posible, incluso, que darle un corte de mangas a la enfisémica Europa refuerce su sistema inmunitario.

Mientras tanto los españoles maquillamos nuestras ojeras para que no se note nuestra mala salud, nos alimentamos con la comida basura de la corrupción y nos atiborramos a tranquilizantes que adormezcan nuestras conciencias en vez de atrevernos a limpiar lo que está podrido.

Se acerca una primavera caliente y es que todavía no hemos conseguido remontar los hielos del invierno.

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