APOSTANDO POR LA PAZ


Hay palabras que a lo largo de la historia, se han ido manchando, ensuciando por las mentes que las envilecen y las prostituyen, como por ejemplo la palabra “PAZ”.

Parece que cuando hablamos de paz, nos transportamos inconscientemente al ámbito religioso. Si yo te saludo con un “La paz sea contigo” me calificarás inmediatamente de santurrona y meapilas.

Ayer estuve en el V Congreso de “Contigo somos más paz” que se celebraba en el Palacio de los Deportes de Madrid y si bien estaba de acuerdo con casi todo el contenido que allí se expuso, no puedo estar más en desacuerdo con las formas .

La mayor parte de los ponentes parecían sacerdotes arrancados de un púlpito en plena homilía que lejos de convencer, ejercían el efecto contrario, el deseo de salir huyendo en perfecta estampida.

Y es que el lenguaje que se utiliza, los símbolos que se exhiben acompañando al mensaje están pervertidos.

Estoy de acuerdo en que la paz empieza por uno mismo, está clarísimo, también estoy de acuerdo en que un mundo mejor es posible y que el futuro del cambio reside en los miles y miles de personas que anónima y diariamente con pequeños gestos consiguen grandes logros, pero...........hay maneras menos estereotipadas para vender el valor añadido que la paz aporta a nuestras vidas.

Es necesario que nos concienciemos que no es patrimonio de un grupo de románticos lunáticos e iluminados, sino que es asunto de todos, y en esto tiene gran importancia el mensaje que se lanza y como se lanza.

Si realmente lo que se pretende es que cada día haya más gente implicada en estos movimientos, habrá que convencerles que merece la pena, pero no con discursos almibarados y de devota apariencia sino con un lenguaje con el que empaticen.

Desde expresiones como “la paz sea contigo hermano” hasta “paz y amor y el plus pa el salón” hay todo un abanico de posibilidades para vender la paz como el producto que no debe faltar en ningún corazón, ni en ningún otro rincón de este planeta.

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