EL SUSURRO DEL DUENDE (50ª entrega)

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- Buenos días, Chelo, ¿Ha desayunado ya? Están aún calientes – dijo El Comisario Vielva señalando el paquete de pastelería que llevaba en la mano.

- Pase usted – contestó Chelo haciéndose a un lado con cara de circunstancias.

Cada vez que alguien le regalaba algo, aunque fuera un simple pastel, era con intención de sacarle algo y terminaba pagándolo con creces. Por lo menos, así lo sentía ella.

- ¡Hombre! ¡El Comisario Vielva! ¡Que sorpresa!- dijo Roberto sin levantarse de su silla,- y ¡trae bollos para desayunar¡ ¡que detalle! –

Javier Vielva no podía ocultar su contrariedad, no esperaba encontrarse allí a Roberto, su intención era mantener una distendida conversación con la sirvienta mientras ésta engullía los croissants recien horneados que él traía, y entre bocado y bocado sacarle a la extremeña algún secreto familiar que le ayudara a avanzar en su investigación que, por otra parte, había entrado en una vía muerta.

Chelo le sirvió un café al Comisario, tomó asiento y cogió el croissant que le pareció mas grande.

- Así que por fin te has instalado aquí – le dijo Javier Vielva a Roberto.

- ¿y qué si fuera así?- contestó Roberto con una sonrisa irónica.

El Comisario no contestó y Roberto aprovechó la ocasión para tomar él las riendas de la conversación.

- ¿Cómo va la investigación, Comisario? ¿Ya tenéis alguna pista de donde está Diana?-

La irritación de Javier Vielva crecía por momentos, mientras Chelo se chupaba los dedos tras terminar su primer croissant.

- No, todavía no, a lo mejor me das tu la primera, ¿Qué hacíais Laura y tu anteayer en la Casa de Campo? -

-¿Dando un paseo?- respondió Roberto

-¿Qué buscabais en el Puente de Culebra?-

Chelo había empezado a degustar el segundo croissant ajena al tiroteo dialéctico entablado entre sus dos compañeros de mesa, haciendo grandes y sonoros elogios al bollo que se estaba zampando.

-¿El amor perdido, tal vez? contestó Roberto socarronamente.

- No se lo que estáis ocultando, pero te aseguro que lo descubriré - dijo el Comisario apuntando con su dedo a Roberto.

Chelo miraba intermitentemente a los dos hombres y éstos creyeron que les escuchaba atentamente, cuando en realidad, no había escuchado una palabra, tan sólo les vigilaba para que no se dieran cuenta que había cogido el tercer croissant.

- Tal vez sería mejor que te centraras en encontrar a Diana en vez de perder el tiempo espiando a una pareja que se pierde por el campo buscando intimidad -

Javier se levantó de sopetón y dijo, dirigiéndose a Chelo que le miraba sorprendida y con la boca llena – Me voy, ya volveré en otro momento para entrevistarme con usted – y salió de la cocina sin despedirse de Roberto.

Chelo seguía masticando el último trozo del tercer croissant, que cobró un sabor especial al darse cuenta que era la primera vez en su vida que disfrutaba de un regalo sin tener que dar nada a cambio.

-Estaban buenos ¿eh? – comentó Roberto mirando divertido a Chelo.


(Continuará) .........................

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