EL SUSURRO DEL DUENDE (44ª entrega)

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Había quedado con Roberto para cenar. Estaba deseando verle para comentarle la visita de Javier Vielva, y las novedades que éste le había desvelado que podían cambiar el rumbo de los acontecimientos. Ella había reservado en un conocido restaurante detrás de Las Cortes, pero él le había propuesto preparar la cena en casa, si ella le cedía su cocina y convencía a Chelo de que le dejara vía libre.

Laura llamó a Chelo para darle la tarde libre, pero la extremeña no lo tomó como una concesión –pa que quiero la tarde libre si no tengo na que hacer -. Tras varios intentos frustrados, optó por decirle la verdad, con la consiguiente resistencia de Chelo

- ¿Que va a veni ese a trastear por mi cocina? Mire señora, dirá que meto las narices donde no me llaman, pero ¿uste está segura de que ese es trigo limpio?. -

A Laura le incomodó la pregunta y los modos, no obstante, le intentó contestar con una amabilidad que finalmente salió forzada y una cierta frialdad que no pudo ocultar:

-Roberto es un amigo de la infancia, le conozco como la palma de mi mano, me esta ayudando mucho y lamento que no le guste, pero, efectivamente, no es asunto suyo. El llegará sobre las seis, le indica por favor como funciona la cocina y el horno y se retira, aproveche la tarde para descansar en su casa, le vendrá bien-

Eran las seis y cuarto cuando Roberto llamaba a la puerta cargado de bolsas con las materias primas necesarias para la cena. Chelo le hizo esperar un rato tras la puerta hasta que se dignó a abrir. Ni siquiera le invitó a entrar, le dejó la puerta abierta mientras ella se ponía su chaqueta y cogía el bolso para marcharse.

La asistenta salía ya por la puerta mascullando una palabra de despedida cuando Roberto la tomó del brazo:

- ¿Por qué me tiene tanta mania? ¿qué le he hecho yo? ¿la he molestado en algo? si es así le pido disculpas, pero no entiendo su actitud. No estoy aquí para hacer daño a Laura sino para ayudarla ¿qué hay de malo en ello? ¿qué le incomoda tanto?-

Chelo respondió con la mirada encendida por la ira, zafándose de la mano que la sujetaba:

- Uste es un vivo, a la chita callando se va metiendo poco a poco, claro, como el señor sa ido al extranjero.......... y como la señora está atontá, que no es ni su sombra.........pues todo el monte es orégano ¿a que si? Pues sepa uste que no le pierdo ojo. Se va a enterar de quien es la Chelo. –

-Es imposible con ella – murmuraba para sí Roberto mientras la veía alejarse al trote escaleras abajo.

Cuando Laura llegó a las nueve, se encontró la mesa del comedor vestida con sus mejores galas, mantel de hilo, adornado con un ramillete de flores en el centro, dos velas iluminando los platos de finísima porcelana blanca, los cubiertos de plata y las copas de cristal de Bohemia. Un delicioso aroma a comida recién horneada salía de la cocina.

-Y ¿esto?- preguntó sorprendida a Roberto cuando éste entraba en el comedor, secándose las manos.

-En la mesa y en el juego se conoce al caballero – dijo él guiñándole un ojo y dándole un beso de bienvenida en los labios.

(Continuará)

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