EL SUSURRO DEL DUENDE (38ª entrega)


-Tengo que buscar sentencias del 21 de junio de 2002 que hagan alusión a la Casa de Campo y ahí supuestamente está la primera llave-. Laura se sentó ante el ordenador, entró en la Base de Datos de Jurisprudencia y tecleó la fecha, Roberto contemplaba su perfil, su fuerza, el brillo de sus ojos en busca de la clave que trajera de vuelta a su hija.

Nunca había dejado de soñar con ella, cuando volvió a España tras la muerte de su madre, todos los rincones de Loya la evocaban, la portillera que saltaban juntos, la roca en la que se sentaban a contemplar el atardecer, las estrellas iluminando las montañas en las noches claras. Cuando rehabilitó la casa de su abuela hizo colocar un inmenso ventanal en el tejado y debajo colocó su propia habitación y su cama para que la última imagen antes de dormirse fuera la de las montañas adornadas de estrellas.

¡Se sentía tan bien cerca de ella! Laura se sentía observada y le dirigía alguna que otra mirada de reojo.

Por fin los resultados se mostraban en la pantalla, 25 sentencias del 21 de junio de 2002 hacían alusión a la Casa de Campo, acotó más aún la búsqueda poniéndolo entrecomillado y añadiendo Madrid y los resultados quedaron reducidos a 12.

Empezó a leer una por una las sentencias, en busca de la llave que le permitiera seguir el juego. Leyó con avidez y entusiasmo las primeras, pero a medida que iba avanzando, un estado de abatimiento se apoderó de ella.

- ¿Qué estoy buscando? dime ¿Qué coño estoy buscando?- dijo levantándose de golpe y dirigiéndose a Roberto que se mantenía en un callado segundo plano para no interferir la tarea de Laura.

- Estás buscando a Diana pero desde la desesperación no la vas a encontrar . Yo no sé interpretar la jurisprudencia pero tal vez, si me enseñas unas nociones básicas, te puedo ayudar –

Laura se dejó caer abatida sobre el futon, con la cabeza entre sus manos sollozaba diciendo: - esto es absurdo, es una pesadilla - .

Roberto la rodeó con sus brazos y apoyando su frente sobre la de ella le dijo en voz baja – vamos a encontrar a Diana, vamos a ganar este juego, ya lo verás –

Permanecieron frente con frente unidos por unos instantes, hasta que sus ojos se encontraron y sus labios se rozaron sutilmente primero y luego se buscaron con pasión.

La magia del momento quedo destruida con la entrada inesperada de Chelo en el despacho, que lejos de sentirse incomoda por su inoportuna interrupción, adoptó el papel de ama de llaves, diciendo: - Señora, baje a desayunal que acabo de hacer unas rosquillas pa chuparse los dedos - mientras fusilaba con su mirada a Roberto.

(Continuará)

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