LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Greg Donikian

Nueve menos un minuto de la mañana, a la puerta del colegio de mi hijo. Me paro en triple fila, no puedo pasar, delante de mi, un coche grande, representativo, tal vez fuera un Audi, no recuerdo, soy un desastre para las marcas y los modelos. A su lado, en paralelo otro coche, también de buena factura. Detrás de mi una “fragoneta” conducida por un gitano.

Del Audi sale una mujer trajeada, melena al viento, con aspecto de consultora, impecable, ayuda a su retoño, que debe rondar los cuatro años a salir del vehículo y le acompaña a la puerta del cole diciéndole amorosamente: “hasta luego cariño, pásatelo bien” “acuerdate de que llevas las galletas en el bolsillo del baby” .

Del otro coche sale otra elegante madre, que bien podía ser directora de marketing de una multinacional, calzando unos vertiginosos tacones. Saca la mochila de su hija del maletero, le da un par de besos, y alcanzo a oír que le dice con extremada dulzura - que tengas un buen día, tesoro -.

A estas alturas, mi hijo que ya ha salido del coche, debe haber llegado a clase. El gitano empieza a impacientarse y toca, por primera vez, la bocina. Por el espejo retrovisor compruebo que va acompañado de otros tres, sentados todos en el asiento de delante, ¡madre mía que tropa! pienso.

Sigo esperando a que las amorosas madres retiren rápidamente sus vehículos y me dejen pasar y entonces ocurre: Las dos distinguidas mujeres que acaban de despedir tierna y dulcemente a sus hijos, se transforman en unas peligrosas arrabaleras que se dicen entre ellas lindezas tales como:- te crees que toda la calle es tuya, idiota- - pero a ti que te pasa, imbecil - - dejas el coche tirado y los demás que se jodan ¿no? - - piérdete, cretina –

Yo no doy crédito a lo que veo ni a lo que oigo, hasta los gitanos se han quedado mudos y dejan de molestar con el claxon.

El coche de la directora de marketing arranca , no sin antes dedicarle un gesto con el dedo corazón a la consultora, que aprovecha para bajar su ventanilla y gritar a los cuatro vientos: -vete a tomar por culo.- .

Ya se han ido las dos y yo sigo ahí sin moverme, conmocionada por lo vivido, intentando recuperarme de la soberbia transformación de dos amantísimas y distinguidísimas madres en dos toscas y violentas barriobajeras disfrazadas de educadas féminas.

Los gitanos me devuelven a la realidad del momento, con sus bocinazos y sus aspavientos que amenazan con transformarse en –mira que nos bajamos y te vas a enterar –

Salgo por ruedas, que no por pies, de la calle y me dirijo a la vorágine diaria que hoy me ha parecido más civilizada y calmada que nunca.

A lo mejor, mis amigas las arrabaleras estaban ya nerviosas porque sabían que España iba a perder el partido de hoy, pero ¡queda todo el mundial! ¡tampoco es para ponerse así! .

3 comentarios:

Ángel dijo...

Por seguir con lo mismo ¿que es lo que te ha sorprendido del suceso?

¿Que sean madres y lenguaraces?
¿Que sean lenguaraces e impecables en atuendo y automoción?

Si hubiesen sido gitanos los de delante tuyo y mujeres las que sufrían tu detención, ¿lo habrías traido aquí?

Nadie es inmune a los prejuicios.

En todo caso, digno de un sketch tragicómico.

ESPERANZA dijo...

Me ha sorprendido la brutal transformación, no es una cuestión de sexos, sino de conductas, de expresión de una agresividad y violencia contenida y maquillada.

Si hubiesen sido gitanos los de delante, el suceso se hubiera desarrollado, probablemente, de otra manera, pero si mereciera interes ¿porque no lo iba a traer al blog? ¿de que prejuicios hablas? ¿de los tuyos?

Ángel dijo...

Hablo de nuestros prejuicios....