EL SUSURRO DEL DUENDE (17ª entrega)

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- ¿Me quieres contar que coño ha pasado? le increpó Luis a Laura, al tiempo que se quitaba la chaqueta y se arrancaba la corbata ya aflojada y la lanzaba contra el suelo.

- No, si no te calmas – contestó Laura cruzándose de brazos y sosteniéndole la mirada.

Permanecieron en silencio uno frente a otro, tan sólo se oía la respiración agitada de Luis que él luchaba por calmar. Se levantó y se sirvió un vaso de agua que bebió lentamente. Se dio la vuelta hacia Laura y le preguntó en un tono sosegado -¿qué ha pasado?- .

- No se lo que ha pasado, pero no hay que darle mayor importancia, son sólo unos platos, se cambian por otros y se acabó el problema. Además, ya estaba pensando en cambiarlos porque estaban un poco deteriorados. Me preocupa más lo que te pasa a ti, últimamente estas muy nervioso, Luis, ¿me vas a contar lo que te ocurre? –

Luis se volvió a sentar y hundió la cabeza entre sus manos: - Tengo problemas, no se como voy a salir de ésta ..........no me acaban de aprobar el proyecto que tengo entre manos......y si no sale, me ponen en la calle. –

Chelo hizo ademán de asomarse a la cocina y Laura salió rápidamente a su encuentro. – No te preocupes por lo que ha pasado hoy, Chelo, mañana me acercaré por alguna tienda y compraré otros platos. ¡Que todos los problemas sean estos!.-

- Gracias, señá, si llego a perdel el trabajo no se que sería de mí –

- Pues no te preocupes que eso no va a ocurrir –

- La chica está dormia ya. Si no manda nada, me voy. –

Laura volvió a la cocina pero Luis ya no estaba allí, subió a la habitación de Diana, le dió un beso, y se quedó mirando la caja que había traído de Loya, que estaba a los pies de la cama. Se acercó a ella, con la intención de abrirla pero no se atrevió. Sonrió y pensó – esto es absurdo – pero no la abrió.

Había luz en el despacho que tenían al final del pasillo y se dirigió allí pensando encontrar a Luis y terminar la conversación que había interrumpido Chelo. La puerta estaba entreabierta, pero no había nadie dentro. El ordenador estaba encendido y una de sus bases de datos de jurisprudencia abierta.

- Que extraño pensó, ¿para que habrá querido Luis consultarla? – Apagó el ordenador y salió del despacho.

Luis acababa de salir de la ducha, Laura entró en la habitación y se recostó en la cama, - entonces, ¿qué posibilidades tienes de que te acepten el proyecto? – preguntó Laura mientras observaba el cuerpo desnudo de Luis y pensaba que el paso de los años había sido condescendiente con él.

- Pues ni lo sé, porque me están volviendo loco, me dicen que tengo que cambiar unos apartados y que después lo aprueban y firman el contrato, y otras veces dicen que no les acaba de convencer el proyecto en sí –

- No parece que esté todo perdido, por lo que dices, caben muchas posibilidades de que entre ¿no? –

- No lo sé, está todo en el aire – contestó Luis.

- Tal vez es una cuestión de presentación, dale un aire nuevo, aunque en esencia sea lo mismo, y véndeles que es un nuevo proyecto – sugirió Laura.

- Quizá tengas razón- dijo Luis sentándose en la cama y reflexionando sobre la sugerencia de Laura.

Luis se acercó a Laura y en un voz baja y sugerente le dijo: - bueno ¿me vas a contar que es lo que ha pasado? y sin esperar respuesta le mordió juguetonamente los labios.

- Ni lo sueñes – contestó sonriendo Laura.

Luis siguió su avanzadilla desnudándola y cubriéndola con sus besos, Laura se dejaba hacer hasta que repentinamente se entregó por entero al juego erótico y a la pasión e hicieron el amor con la intensidad de jóvenes amantes descubriendo el placer.

Abrazados, reposando lo vivido, se abandonaron al sueño. - Hacía tiempo que no te sentía tan entregada, me ha gustado – le susurró Luis al oído, después se quedó dormido.

Laura se mantuvo despierta aún largo rato, sabiendo que esa noche su entrega había sido absoluta, pero no a Luis.


(Continuará)

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