EL SUSURRO DEL DUENDE (15ª entrega)

mariasimó


- Tomate la leche que vamo´a llegar tarde a la ecuela – Chelo fregoteaba en la cocina mientras Diana mantenía una animosa conversación con su duende, sin percatarse, siquiera, de que tenía su desayuno en la mesa.

¿Onde andará el Jonathan? Este pensamiento recurrente daba vueltas y vueltas como un bucle por la cabeza de Chelo, ese hijo descarriado que le había arruinado la vida, le había robado la tranquilidad y el poco dinero del que disponía. Chelo pensaba que si ella hubiera tenido estudios, a lo mejor hubiera podido educarlo mejor. Su mente se disipaba en nubes de ilusión, imaginando a su Jonathan hecho un ingeniero o un médico, un hombre importante y sobre todo un hombre respetado, pero rápidamente bajaba a la cruda realidad y en su lugar se encontraba un pelele masacrado por las drogas.

Ahora con Diana jugaba a ser la madre que quiso y no pudo. Volcaba en ella todo su cariño y le enseñaba todo lo que no aprendieron sus hijos, Diana era la niña de sus ojos, la última oportunidad que la vida le brindaba para regalar su instinto maternal.

Chelo observaba atentamente a la niña, mientras secaba las cazuelas que acababa de fregar

- ¿Pero no te das cuenta que hablando sola, los muchachos de tu e´cuela te van a tomar por loquita perdia?????

Diana no le prestaba atención, estaba demasiado ocupada con su amigo el duende, a pesar de ello Chelo prosiguió:

- No, si va a tener razón tu padre, que esas fantasías no te van a traer nada bueno, se van a reir de ti, -

Diana detuvo su conversación al instante y se volvió hacia Chelo preguntándole:

- ¿por qué se van a reir de mí?

- Porque te inventa´ las cosas y te van a llamar Diana La Fantasiosa –

- Yo no me invento nada. Yo no tengo culpa de que vosotros no los veáis. – replicó la niña.

Chelo se agachó a guardar las cazuelas en un armario de la cocina, cuando se produjo un magnifico estruendo seguido de una lluvia de platos que se estrellaban contra el suelo.

-¡¡¡Virgen del Amor Hermoso!!! – acertó a decir Chelo, llevándose las manos a la cabeza, tras comprobar el destrozo de la vajilla, ante la mirada asombrada de Diana que no se había movido de su sitio.

(Continuará)

0 comentarios: