EL SUSURRO DEL DUENDE (11ª entrega)


Al principio Diana parecía intimidada, pero poco a poco, fue acercándose nuevamente al riachuelo y contestando, como una niña buena, a las preguntas que supuestamente le iba haciendo el duende.

Laura y Roberto contemplaban la escena en silencio, sentados a pocos metros de Diana.

- Esto es absurdo- dijo Laura –tengo la sensación de que os estáis quedando conmigo tanto Diana como tu ¡No hay nadie en el arroyo! –

- ¿Cómo puede ser que un científico de prestigio como tu, crea en hadas y duendes? Roberto, definitivamente te estás quedando conmigo -

- Ahora la que te equivocas eres tu, si algo he aprendido en todos estos años es que las incógnitas son muchas y pocas las respuestas. De la existencia de los elementales no me cabe ninguna duda, a riesgo de ser tomado por loco, ¿por qué no puede haber formas de vida distintas a las nuestras? ¿porque exceden de nuestros cánones de raciocinio? Tal vez nuestros ojos han perdido la cualidad de ver lo que no entra dentro de lo que se cataloga como “realidad”. -

Diana seguía ensimismada al borde del riachuelo. El duende había acaparado toda su atención, le escuchaba con absoluta entrega y a veces ella le contaba detalles de su vida que probablemente él le preguntaba.

Laura se quedó pensativa tras escuchar a Roberto. Tal vez su amigo tuviera razón, ella misma, sin ir más lejos, llevaba una vida salpicada de incidentes extraños e inexplicables, sobre los que ya había dejado de hacerse preguntas hace tiempo.

Los últimos rayos de sol se filtraban entre las ramas de las hayas, creando un arco-iris de intensa belleza cuando en su trayectoria encontraba hojas impregnadas del rocío de la mañana.

- Deberíamos ir pensando en bajar si no queremos que se nos haga de noche en el bosque – apuntó Roberto-

- No, por favor, yo no me quiero ir – lloriqueó Diana

-Se está tan bien aquí, que podría quedarme para siempre en este lugar– dijo Laura.

- Pues ya sabes – le contestó Roberto mientras se ataba los cordones de sus botas – sólo tienes que beber el agua del arroyo –

(Continuará)

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