COMO UN LAMENTO (33ª entrega)

Foto: (Lolita). 18

El color índigo del cielo se le antojó más intenso que nunca, la calle empezaba a desperezarse, pasaban los primeros coches y los más madrugadores deambulaban por la acera, somnolientos con rumbo a la parada del autobús o a alguno de los pocos bares que estaban abiertos.

No tenía ninguna intención de irse a casa, ahora no, Ángeles se sentía flotar, por primera vez en muchos meses se sentía viva. Pasó de largo delante de su portal y siguió calle abajo, a paso ligero, mientras le ponía un sms a su amiga Marta: “ Te doy un minuto para que te arregles y bajes, te invito a desayunar, tengo que contarte algo. Voy camino de tu casa”. Al instante, su movil sonó: Pero, ¿tu sabes que hora es? Oyó decir a su amiga a través del auricular. -Anda, no te quejes, te espero en la cafetería de enfrente de tu casa-, le respondió Ángeles.

Se sentó en una mesa desde donde divisaba el portal de su amiga y a los pocos minutos vio salir a Marta, que cruzó apresuradamente la calle y entró en la cafetería. “Dispara", dijo Marta tras observar una expresión en el rostro de Ángeles que no conocia.

-¿A que no sabes de donde vengo?- preguntó Ángeles mientras el camarero les ponía en la mesa, dos tazas de chocolate y una ración de churros.

- De casa, supongo -, contestó Marta que seguía observando con detenimiento el rostro de su amiga.

- Frio, frio -, contestó Ángeles mientras se acercaba a Marta y le decía en voz baja “Vengo de casa de Ignacio Montilla, he pasado la noche con él”.

Marta se quedó inmóvil durante unos instantes, y contestó: “No te creo” . Las dos amigas seguían tomando su desayuno, cuando Marta súbitamente, como si acabara de darse cuenta de lo que había escuchado, dijo en voz alta: “¡que te has acostado con Nacho!", dos hombres de mediana edad que estaban en la barra, se volvieron hacía ellas y Angeles recriminó a su amiga: “Baja la voz, por favor”.

-No has perdido el tiempo, no – dijo Marta en un tono que Ángeles adivinó de reproche.

- Vaya, parece que te ha sentado mal- contestó Ángeles ¿qué tiene de malo que hayamos pasado la noche juntos?

- Hombre, pues acostarte con tu abogado en la primera cita, no parece muy normal ¿no crees? – preguntó Marta con ironía e indignación.

Ángeles se dio cuenta de que su amiga no sólo no era receptiva a su historia, sino que tenía un claro interés por Ignacio Montilla y decidió no darle más detalles de su encuentro nocturno, pero fue Marta la que empezó a preguntar: -Y ¿qué? ¿fue todo bien?-. Ángeles hubiera deseado contarle hasta el más mínimo detalle de lo que había ocurrido, explicarle que nunca antes se había sentido así, hablarle de la ternura y la pasión que se había desatado entre los dos, pero no lo hizo y se limitó a responder –si, si, bien –.


Marta seguía insistiendo - ¿te dijo que sus primeros versos los escribió para ti?


-No, no hablamos de nada de eso, pero esta mañana cuando salía de su casa, ví un libro suyo que se llamaba “Crónica de un poeta urbano” . Así que ya lo hemos encontrado – concluyó Ángeles.

Marta parecía resistirse a aceptar que fuera él, el personaje misterioso que había aparecido en la vida de Ángeles y en este sentido apuntó: - No lo creo, ¿cómo explicas que supiera como ibas vestida ó si llevabas los labios pintados o no? . En cualquier caso, lo tienes fácil, vete mañana a la cita y saldrás de dudas- .

-Eso haré- contestó Ángeles. Permanecieron calladas unos minutos hasta que una pregunta rompió el silencio:

" Marta ¿por qué nunca me dijiste que estabas enamorada de Ignacio Montilla?"


Continuará .................................

0 comentarios: