COMO UN LAMENTO (32ª entrega)

Diseño: laradana

Se miraron larga y silenciosamente, estaban tan cerca que compartían el aire que respiraban, Ángeles deseo que el tiempo se detuviera y ese instante no tuviera fin, pero intentó no atraparlo, sólo disfrutarlo, para no perderlo.

Cerró los ojos, para no ver las consignas que le enviaba su razón que le invitaba a parar en seco el escarceo y dar por terminada la velada, en cambio decidió dar rienda suelta a sus sentidos, abandonándose en ese vértigo que aparecía recientemente en su vida cada vez que se enfrentaba a una situación que no tenía prevista.

Ël se levantó, la tomó de las manos y la condujo a su habitación, mientras le susurraba: “no te imaginas cuantas veces he recreado este momento.”. Se amaron lentamente, apuraron cada instante hasta agotarlo y se fundieron en un único deseo, en una sola pasión, en un solo cuerpo, y durante unos mágicos momentos fueron uno y el tiempo se detuvo entre los dos.

Estaba amaneciendo cuando Ángeles se despertó, se zafó suavemente de los brazos de Nacho, se vistió sin hacer ruido y salió de la habitación, la luz del salón permanecía encendida, lo cruzó para alcanzar la puerta de la calle y entonces, recordó el libro del atril. Volvió sobre sus pasos, tomó el libro, lo cerró y leyó: “Crónicas de un poeta urbano” por Ignacio Montilla.

Continuará .............................................

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