COMO UN LAMENTO (29ª entrega)

Foto. eozikune


Había sido un día intenso. En la última semana se habían producido más novedades en su vida que en los últimos diez años. Ángeles tenía la sensación de haber despertado de una larga hibernación con energías renovadas, no sabía hacia donde se dirigía su vida, pero empezaba a sentirse a gusto con ese vértigo que le producía el no saber lo que iba a ocurrir mañana.

Abrió la puerta de casa y mientras colgaba su abrigo oyó voces que provenían del salón. Se dirigió allí y se sorprendió al encontrarse a sus dos hermanos, Carlos y Jose. La expresión seria de sus rostros le hicieron repasar rápidamente las posibles desgracias que podían haber ocurrido.

¡Que sorpresa! ¿Qué hacéis aquí? ¿Ha pasado algo? preguntó Angeles.

-No ha pasado nada, pero podía haber pasado. Si no llega a ser por nosotros, mamá a lo mejor no lo cuenta - respondió su hermano Carlos mientras su madre asentía con cara de mártir.

¿Qué ha pasado? volvió a preguntar Ángeles visiblemente asustada.

-Esta mañana, mamá empezó a encontrarse mal y te llamó por teléfono varias veces , y tu le cortaste otras tantas. Como no podía hablar contigo, me llamó a mí, y como yo había salido un momento, dejó recado en mi departamento- relató Carlos – Luego llamó a Jose, que vino aquí rápidamente, yo llegué cuando salían por el portal camino de urgencias.

¿Y que te han dicho? preguntó Ángeles a su madre. En su lugar respondió Carlos: - Tenía un ataque de ansiedad, le han mandado algunos tranquilizantes.

Estaban sentados de tal forma que parecía la Sala de un Tribunal, su madre en el centro, a cada lado sus dos hijos varones y Ángeles de frente a ellos, como un reo, a punto de ser interrogado.

Ángeles se relajó al oir el diagnóstico, estaba muy acostumbrada a que los chantajes emocionales de su madre vinieran siempre disfrazados de crisis de ansiedad.

¿Por qué no le cogiste el teléfono? preguntó Carlos inquisitivamente, ejerciendo su mayorazgo

-Porque no podía- contestó Ángeles sumisamente, representando inconscientemente el patrón familiar.

- ¿No pensaste que si insistía tanto sería porque era urgente?- dijo Carlos levantando progresivamente la voz.

Doña Elvira mantenía los ojos entornados, casi cerrados, y un rictus lastimero en su rostro, mientras su hermano Jose jugaba nerviosamente con un papel.

Yo no sabía........ empezó a decir Ángeles cuando su hermano Carlos le interrumpió:- Lo menos que podías haber hecho era llamarla en cuanto hubieras terminado eso tan importante que estabas haciendo-

Ángeles se puso en pie como un resorte, dándose una palmada en los muslos.
-Pero....pero....¡que derecho tienes tu a decirme que porque no he atendido la llamada de mamá, si pasan semanas sin que la llames para saber si sigue viva! ¿eh? Dijo Ángeles encarándose con su hermano.

Carlos se levantó también y apuntándola con el dedo le respondió: -Soy el mayor y tengo que procurar que a mamá no le falte nada-

-Ya veo lo que te preocupas ¿Cuánto tiempo hacía que no venías por aquí? ¿tres meses? ¿cuatro meses? ¡no me cuentes rollos! dijo Ángeles cruzando los brazos.

-No vengo a menudo, porque no tengo tiempo casi ni para estar con mi mujer y mis hijos- se defendió Carlos- pero estoy perfectamente informado de cómo está. Además esta es su casa, si tu vives con ella, lo lógico es que la cuides tu.

Ángeles empezaba a subir la voz: -Tu que estás tan bien informado ¿sabes que a tu madre la mantengo yo y a esta casa también y su pensión va entera a su libreta de ahorro? ¿Lo sabes?

Carlos y Jose se miraron el uno al otro y después a su madre, quien se vio obligada a dar una explicación: - Es un dinero que guardo por si tengo que irme a una residencia-

-Y mientras tanto, yo haciéndome cargo de todo, menos de mi vida, no tengo intimidad ninguna, mamá no me deja ni respirar y encima tengo que aguantar que mis hermanos que pasan olímpicamente de ella, vengan a enmendarme la plana. ¡Esto es la bomba!- dijo Ángeles mientras se dejó caer nuevamente en el sofá.

Bueno, no creo que estas cosas se deban hablar delante de mamá- dijo Jose- si queréis quedamos un día los tres y charlamos.

-¿ Porque no se pueden hablar delante de ella? le increpó Ángeles -¿sabes cuantas veces he ido yo con mamá al hospital con una crisis de ansiedad? Pues te lo voy a decir, cada vez que no hago lo que ella quiere y en todas las ocasiones, mamá dice que se siente morir, ¿a que también os lo ha dicho hoy a vosotros?- Carlos y Jose permanecieron en silencio y Doña Elvira miraba alternativamente a uno y a otro buscándolos como aliados.

- No puedo soportar tanta hipocresía- dijo Ángeles abandonando el salón y refugiándose en su habitación. Entonces vió con claridad lo que le llevaba rondando la cabeza desde hace tiempo: irse de casa.

Continuará .......................................

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