COMO UN LAMENTO (10ª entrega)



Cuando estaba abriendo la puerta de casa recordó el encargo que le había hecho su madre de pasarse por el mercado, pero ya no volvió atrás, estaba deseando ver el mensaje que traían las orquídeas.

Doña Elvira estaba sentada en un sofá, viendo la televisión, era una gran aficionada a esos programas donde la gente cuenta sus miserias, y así mientras se compadecía de las ajenas no pensaba en las propias.

Ángeles, se acercó a su madre, le dio un beso y al no ver por ningún sitio el paquete recibido, le preguntó: ¿Donde están las orquídeas?. “Las he puesto en la cómoda de mi habitación, porque en la tuya no he encontrado un sitio” contestó Doña Elvira. Ángeles se dirigió a la alcoba de su madre, mientras ésta le seguía comentando el programa que estaba siguiendo: Fijate, a esta rubia le pegaba el marido, que era marroquí y luego el desgraciado, se ha llevado a los hijos a Marruecos, pobrecilla, así tiene el aspecto que tiene.

Allí estaban, donde le había anunciado su madre, colocadas al lado de una figura del Sagrado Corazón, pero no había ni rastro de la nota que las acompañaba. ¿Y la nota? Mamá ¿dónde esta la nota? preguntó Ángeles subiendo la voz y mostrando una irritación que ya no podía disimular. ¿La nota? contestó Doña Elvira ¡pero si ya te leí lo que ponía! No se lo que he hecho con ella.
Ángeles se puso en dos zancadas en el salón y descargó toda la ira contenida contra su madre: “Abres un paquete que viene para mí, sin mi permiso, decides ponerlo en tu habitación, lees el mensaje que trae y no contenta con ello, por tu cuenta y riesgo, decides tirarlo, ¡no me lo puedo creer! ¿realmente te importo algo? .

Doña Elvira no estaba acostumbrada a que le hablaran en ese tono y tras unos segundos utilizados en reponerse de la sorpresa, poniéndose de pie le dijo: ¡No te consiento que me hables así!.

Ángeles se encerró en su habitación dando un portazo, estaba a punto de echarse a llorar cuando su madre entró de improviso en su cuarto, lanzándole la nota. “Toma aquí la tienes ¿ya estás contenta?”. La había utilizado para apuntar por detrás la referencia de algún producto de un teletienda, pero a Ángeles ya no le importaba, sólo quería tenerla entre sus manos, leerla y escudriñarla. Leyó lentamente el mensaje:

“Su leyenda es tu leyenda. Siento cerca el momento del encuentro”

Era una nota manuscrita, sin firma, y con una letra que le resultaba totalmente desconocida. ¿Por qué no lo había firmado? ¿sería quien decía llamarse poeta urbano? ¿quién sino?.

Un sollozo lejano la retornó a su realidad, se dirigió al dormitorio de su madre para pedirle disculpas y consolarla, pero cuando entró y reparó de nuevo en las orquídeas, olvidó el propósito con el que habia entrado, cogió sus flores y se encerró de nuevo en su habitación.

Los sollozos de su madre se oían cada vez con más intensidad, pero Ángeles estaba inmersa de nuevo en la nota, la releía una y otra vez, buscando su significado, la tocaba buscando pistas hasta en su textura, incluso, se la acercó a su nariz esperando encontrar respuestas. Un momento................, ese olor, ................volvió a inspirar profundamente sobre el papel, con los ojos cerrados, definitivamente ese olor le resultaba familiar.

Continuará.............................................

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