TELARAÑAS EN BUDAPEST

Foto Flirck

Con unas buenas botas, una mochila ligera y una buena compañía puedes ir hasta el fin del mundo.

Aún no he conseguido viajar ligera de equipaje, es una de mis asignaturas pendientes, pero mis compañeros de viaje no pueden ser mejores, con ellos descubro nuevos lugares y disfruto del camino. Con Almudena comparto inquietudes y silencios, aquellos que surgen entre dos almas que se reconocen, tras haber llorado y reído juntas y hablado largo y tendido de lo divino y de lo humano. Con Antonio comparto el barrio de la infancia, la huella de la estricta educación recibida y una mente crítica atrapada por una impávida racionalidad, que yo siento como una losa y él no. Con ellos, sus vástagos, los míos y Juan, compartí tres espléndidos días en Budapest.

Una ciudad , en origen dos, Buda y Pest, separadas por el Danubio, y unidas por largos y espectaculares puentes que se tienden hasta sus orillas. Sus calles, su castillo, sus palacios, todos ellos majestuosos y descuidados o tal vez condenados por un régimen que despreció todo lo que representaba riqueza, sustituyéndolo por una plana y alienante igualdad que ha llenado de telarañas la ciudad. Telarañas en el Puente de las Cadenas, telarañas en las puertas de los edificios nobles, telarañas en el corazón de sus gentes. Con todo y con eso las telarañas no han conseguido ocultar la belleza que aflora por todos sus rincones.

Al caer la noche, Budapest se engalana de luces y muestra uno de sus semblantes más bellos, reflejándose sobre un Danubio que no es azul, con el permiso de Strauss, pero que se puede permitir el lujo de ser del color que quiera.

Yo no se si el nacionalismo se cura viajando, como decía, creo que Unamuno, lo que si sé es que viajar despereza la mente, combate la rutina, abre puertas al conocimiento y a la cultura y sobre todo, es una terapia magnífica para desconectar de la tensión del trabajo diario.

Habrá que seguir viajando!!!!!!

2 comentarios:

Elena dijo...

Yo sí creo que viajar cura muchas enfermedades, aunque, como es natural, semejante medicina no le hace efecto a los que viajan como lo haría un trozo inerte de madera, que salen de España únicamente en busca de un buen hotel o una cálida playa ignorando las maravillas que puedan rodearles. Viajar sirve además para aprender, para saber valorar lo que tenemos y lo que nos falta, para civilizarnos, incluso para hacernos más tolerantes conociendo de primera mano y comprendiendo después las diferencias de otros lugares, de otros pueblos, de otras gentes. Tras muchos años oscuros de repetir a los españolitos que nada había en este mundo mejor que "la patria", gracias a dios los españoles cada vez viajamos más. Pero... todavía quedan muchos peros. Hace unos cuatro años, en un bello país del otro lado del Atlántico que rebosa naturaleza, cultura, historia y arte por todos sus rincones, el guía que nos acompañaba nos decía que la mayoría de los españoles que acudían a aquella tierra, lo hacían para quedarse en los hoteles y bajar a las playas, y que sólo en contadísimas ocasiones decidían recorrer la región. Ante cosas como ésta, todavía me avergüenzo de ser española. Todavía.

ESPERANZA dijo...

Es cierto que cada vez viajamos mas. Yo siempre me encuentro montones de españoles allí donde voy, pateando lugares, visitando sus monumentos.... Domingueros de corazon que salen de España pero no a conocer otros paises sino a hacerse la foto en el sitio de moda, desgraciadamente los hay, es un problema de cultura, o mejor dicho de falta de interés por la cultura, que, francamente, no se si tiene solución en esta sociedad que vivimos.