NO ME LLAMES, POR FAVOR


Me tengo por persona comedida y mesurada, acostumbrada a que me menten a la madre y similares lindezas sin que se me mueva ni un pelo. Pensé que era casi imposible que yo perdiera la compostura hasta que caí en sus garras y comprobé el grado de impotencia e irritabilidad que podía llegar a alcanzar.

El primer error lo cometí cuando descolgué el teléfono y cargada de candidez y buenas maneras le solicité información sobre la desorbitada factura de consumo telefónico que acababa de recibir.
Me atendió una señorita con acento sudamericano, que me sometió a un interrogatorio de tercer grado, en el que sólo le quedó por preguntarme que talla de ropa interior usaba. Una vez que me hubo succionado todos mis datos personales, me dice “estamos verificando la información, no se retire por favor” y me deja sóla y abandonada en la oquedad telefónica, y van corriendo los minutos, los cuartos y las medias, y de vez en cuando vuelve sólo para decir: “le recordamos que esta llamada es gratuita”, “la llamada sí pero mi tiempo no” , respondo al vacío, porque la señorita se ha retirado antes de recibir respuesta.

Cuando ya decido colgar tras comprobar que la paciencia es una de mis virtudes, aunque hasta hoy no lo supiera, resucita la operadora diciendo: “Efectivamente hay un error en la facturación, pero como ya está en proceso, no podemos rectificarlo, páguelo usted y ya le indicaremos como se regulariza”.
Por un instante tengo la sensación de que un puño ha salido con fuerza del aparato telefónico y ha ido a estrellarse violentamente contra mi nariz. ¿Cómo? pregunto levantando levemente mi tono de voz. “Tiene que hacerlo así porque sino paga, se le cortará el teléfono” me responde la indolente latina. Necesito unos instantes para reaccionar porque aún no doy crédito a lo que acabo de oír y tras reponerme de la impresión le digo: “Páseme con el jefe del departamento, por favor”.
Todavía retumban en mi cabeza las carcajadas de la operadora y sus compañeras, que llegan desde el otro lado del charco. “Disculpe Sra. pero eso no es posible, ¿conoce la promoción 3 x 1 que estamos ofertando a nuestros clientes?”. A estas alturas mi corazón empieza a trotar y mi crispación sale ya por las orejas “Srta. como se llame ¿me está usted tomando el pelo? ¿Me esta diciendo que se han equivocado ustedes facturando el triple de lo que corresponde y que a pesar de ello, lo tengo que pagar y sino me cortan el teléfono?????? Y además aprovecha la ocasión para venderme otro producto??????”.
En esos momentos evoco a Pilar Rahola cuando en un desafortunado incidente con una multa, le dijo a un Mosso de Escuadra “no sabe usted con quien está hablando” pero resisto la tentación y la transformo en amenaza “mire, voy a devolver la factura y como osen cortarme el teléfono, dígales a sus invisibles jefes, si es que los conoce, que iniciaré acciones judiciales contra su compañía” .

La inoperante latina y sus compinches se lo están pasando bomba a mi costa. Todavía le queda guasa a la susodicha para decirme: “Ahora si es usted tan amable, le vamos a realizar una encuesta sobre la satisfacción del servicio que le presta esta empresa”. A estas alturas, nubarrones negros penden sobre mi cabeza y sobre mi ánimo y cuelgo el teléfono con violencia, golpeándolo como si fuera él quien tuviera la culpa.

Así que, a ser posible, no me llames, por favor, no quiero dar facilidades a quienes abusan de su posición predominante en el mercado de las telecomunicaciones, escríbeme en su lugar, porque hasta que se hagan con el monopolio de la palabra, nos queda la libertad de usarla como mejor nos plazca.

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