MI ABUELA Y MI VOCACION


Yo tuve una abuela que vivió casí 100 años: Mi abuela Pura, una mujer recia de la Castilla profunda, dura y seca como la tierra que la vio nacer, sobria y austera como la época que le toco vivir y dotada de una sabiduría que sólo se adquiere de convertir en enseñanzas los golpes recibidos.

Una mujer de rompe y rasga que ejerció un ferreo matriarcado, y que llamaba a capitulo a los nietos cuando íbamos a visitarla. - ¿y que dices que vas a estudiar? -me preguntó el año que entré en la Universidad, -“Derecho, abuela, quiero ser abogado” le contesté y ella me respondió: “Vaya profesión para una mujer” .

¡¡Cuantas veces en la vida he hecho presente esta frase ¡!.

Cada vez que me enfrento a un asunto complicado y denso y he de resolver el enigma de cual es el camino adecuado para llevarlo a buen puerto, me acuerdo de ella.

Cuando el cliente deposita una fe ciega en mi y en mi buen hacer y el peso de la responsabilidad no me deja respirar, me acuerdo de ella.

Cuando en la soledad de mi despacho, tras una dura jornada, compruebo que penden sobre mis hombros asuntos que no terminan nunca, me acuerdo de ella y me pregunto sino hubiera sido mejor ejercer de mujer florero que de abogado.

La última vez que estuve con mi abuela, me comentó que seguía sin ver nada claro lo de mi profesión y tras someterme a un exhaustivo interrogatorio, concluyó: “Menos mal que por lo menos hay un hombre en tu casa que trabaja”.

Todo un personaje mi abuela Pura.

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