EN BUSCA DE LA FELICIDAD



Cada vez nos encontramos más señales que nos indican que por donde vamos y por donde buscamos no está, ¡frío! ¡frío! y lo peor es que cada vez nos desorientamos más y nos vamos alejando de ella a pasos agigantados.

La buscamos en una casa mejor, en un coche último modelo, en un crucero por el Caribe, en un aumento de sueldo, en un agujero negro que se trague a la suegra o a ese vecino que no nos deja vivir, y nos seguimos alejando. ¡frío! ¡frío!.

La buscamos en la lotería, en la cirugía estética, en el éxito personal y/o profesional, en la aceptación de los demás y en el “si yo tuviera” y seguimos corriendo en sentido contrario ¡frio! ¡frio! ¡que te hielas!. Por allí no está.

Hay que desandar el camino y volver al punto de partida, y antes de buscar fuera, podemos empezar a mirar dentro de nosotros ¡caliente, caliente! .

La receta casi, casi con seguridad, puedo afirmar, que es la siguiente:

Ingredientes : - la ausencia de miedo
- la aceptación de nuestra realidad

Preparación: Se ponen a macerar los ingredientes con grandes dosis de compasión, de humildad, de perdón y de amor y cuando ya están estables, es decir que no se volatilizan con frecuencia, ni se transforman en sus contrarios aunque sólo sea ocasionalmente; se baten hasta hacer de ellos una masa homogénea y se coloca en el interior de cada persona. A los pocos segundos, el guiso esta listo y la felicidad está servida.

Advertencia: El tiempo de maceración puede durar toda una vida e incluso varias. Los ingredientes no se consiguen fácilmente, cuesta encontrarlos, como no tenemos el paladar adaptado a su sabor, no son muy demandados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El texto entero es una metáfora preciosa, Esperanza. Me encanta tu manera de escribir. Hay poesía e, incluso, filosofía jonda en tus escritos. Jonda, sí, porque en andaluz una cosa jonda es más profundamente intensa que algo hondo. Muchos de nosotros tenemos la felicidad a nuestro alcance, a nuestra verita, delante de nuestras narices, pero no sabemos verla. Sólo cuando la Huesuda se nos acerca tanto que somos capaces de escuchar el repiqueteo de su esqueleto, empezamos a darnos cuenta de lo próxima que siempre ha estado de nosotros.

ESPERANZA dijo...

Gracias Elena por tus comentarios, y por interesarte por lo que escribo, ya te lo he comentado en alguna ocasión, escribir es mi mejor terapia.